Jugar en serio: la técnica de Lego aplicada al mundo empresarial
El territorio de la innovación es como una selva virgen; no hay un mapa o un libro que te indique hacia dónde ir. Néstor Gasso fue el primer profesional certificado en Córdoba en Lego Serious Play, herramienta que utiliza como kit de supervivencia para cruzarla.
mE: ¿En dónde se enmarca esta metodología?
Néstor: Con el tiempo se han ido desarrollando técnicas, que serían como el repelente para los mosquitos, tu mochila, tu kit de supervivencia para ir cruzando esta selva. Yo ya estaba certficado en TRIZ (Teoría de Resolución de Problemas de Inventiva), que es el método ruso y también está el Design Thinking, que es el método estadounidense. Hace tiempo que quería certficarme en Lego Serious Play, la metodología de origen danés. Viajé a Chile, a la Universidad del Desarrollo. Hicimos teoría y práctica en un grupo en el que también había gente de Colombia y Perú. Fue una experiencia multicultural muy linda. Así me convertí en el primero en estar certificado en Córdoba. En Argentina hay apenas 10 ó 12. La mayoría en Buenos Aires; y a mí me pareció interesante que los cordobeses tengan la posibilidad de acceder a esta metodología.
mE: ¿Cómo funciona Lego Serious Play? ¿Por qué funciona?
NG: Si algo caracteriza a la era en la que estamos viviendo, para bien o para mal, es la conectividad y eso también la convierte en la era de la distracción. Imaginemos a diez personas en una reunión de directorio tratando de sincronizarse y generar un flujo mental hacia la creación de ideas, una estrategia. Al mismo tiempo, cada uno está con su Whatsapp, su mail, su mail del trabajo… Eso es un primer problema. Lo primero que hacemos en metodología Lego es apagar el celular. Y ahí ya tenés una ganancia.
Por otro lado, en una reunión hay tres tipos de personalidades. El líder, que vendría a ser el CEO, que tiene una fuerza muy grande. Es una persona exitosa y no tiene timidez. Y después tenemos al chupamedias, que todo lo que dice el CEO le gusta. Pero también tenés al antagónico, que quiere llamar la atención y busca innovar; entonces lleva la contra. Aquí mencionamos a tres personajes que tienen un flujo mental, una concentración que está cercana al 100% y el resto empiezan a caer… alguno está al 20%, otro al 30·, otro al 5%, según cuanto sepan del tema, cuánto les interese participar.
mE: ¿Qué hace Lego al respecto?
NG: Lego es un juego y tiene reglas. Representamos las cosas en tres dimensiones y de esta manera, las ideas se pueden ver. Como la idea es escucharnos y no se puede hacer juicios de valor; yo te cuento mis ideas, que represento en mi modelo y el resto tiene que escuchar. Así logramos la estrategia 100-100. Cada uno pasa a contar su modelo, los demás lo escuchan y ahí entran todos en el flujo. El facilitador, tiene que facilitar, valga la redundancia, que todos entren en el flujo creativo. Por eso da tan buen resultado.
mE: ¿Cómo reaccionan los participantes?
NG: Hay tres personajes. Uno es el entusiasta. Dice “esto está buenísimo, quiero empezar ya”. Hay otro que dice “me trajeron a perder el tiempo…”. “Está bueno jugar con ladrillitos cuando tenés cuatro años. Tengo 45, muchas responsabilidades y vengo a perder el tiempo”. Y hay otros que llegan con mucho miedo y te dicen “Yo no jugué ni cuando era chiquito. Me van a hacer armar algo y me va a salir mal. Tengo verguenza”.
mE: Y ahí, ¿qué hace Nestor?
NG: Rápidamente el facilitador cambia el clima de estas tres percepciones haciendo que las manos piensen. Las manos están conectadas con el 80% de nuestras neuronas. Yo te pongo un montón de ladrillos lego frente a vos y vos pensás que vas a agarrar algunos al azar. Pero los colores y las piezas en particular que elegís sos vos mismo. A las personas se les cae una barrera en el momento en el que empiezan a construir.
mE: ¿Hay ejemplos que quedan guardados en tu memoria?
NG: Una de las temáticas que se tratan tiene que ver con que la persona al hablar de su modelo elige contar algo que le pasó. Hay gente que saca cosas muy íntimas. Una vez me pasó en un curso que una persona se sentía muy disminuida, muy triste en su ámbito laboral. Se diseñó muy pequeña. Un ladrillito rosa, chiquitito, frente a una pared. “Esa soy yo y esta gran pared son todos los obstáculos que tengo para crecer”. La pudo la emoción y se largó a llorar. Traté de que ese momento no se convirtiera en un velorio. Entre todos los presentes fuimos viendo sus fortalezas, tratando de que ella las viera y no se sintiera tan disminuida. Después de varias rondas de construcción, cambió mucho el clima y entonces yo pregunté si era posible arreglar el pasado en la mesa de juego. No entendieron, entonces vuelvo a preguntar: ¿qué les hubiera gustado hacer en ese momento si pudiéramos volver atrás? Uno dijo “Me hubiera gustado abrazarla y decirle que con un buen consejo ella podía salir adelante”. “¿Por qué no le das ese abrazo y ese consejo”, le respondí. Y entonces todos la abrazaron y la aconsejaron y la verdad es que sí se pudo arreglar el pasado. En esa mesa de juego, entre esos ladrillos de colores, hubo tanta emoción y tanta empatía que esa persona en particular, al día de hoy me lo agradece.
mE: Aunque este taller es nuevo, trabajás hace ya 5 años en la fundación.
¿Qué te llama la atención del perfil de los alumnos que se acercan a aprender sobre emprendedorismo?
NG: Quienes se acercan a las diplomaturas de Mundos E lo hacen con entusiasmo, buscando un ambiente emprendedor, un networking… Tratando de absorber lo que más pueden de cada profesor. En un MBA, también se busca el networking, pero fundamentalmente la chapa de tener el MBA. Los alumnos que se acercan a mundos E, todos ellos, lo que quieren es emprender. Para mí es una inyección de energía. Son jóvenes, no necesariamente de edad, sino de espíritu y te bombardean a preguntas. También les gusta mucho hablar de mis fracasos (risas), y de mis éxitos; y eso está bueno.
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